lunes, 28 de noviembre de 2011

Miguel de Unamuno

ORHOIT GUTAZ

En la pequeña iglesia de Biriatou, a orillas del Bidasoa, hay un mármol
funerario con la lista de los once hijos de Biriatu que murieron por
Francia en la gran guerra. En la cabecera dice: "A sus hijos que han
muerto en la guerra, el pueblo de Biriatou". Luego, la lista de los muertos.
Y debajo: Orhoit Gutaz, esto es, "Acordaos de nosotros"



Pasasteis como pasan por el roble
las hojas que arrebata en primavera
pedrisco intempestivo;
pasasteis, hijos de mi raza noble,
vestida el alma de infantil eusquera,
pasasteis al archivo
de mármol funeral de una iglesiuca
que en el regazo recogido y verde
del Pirineo vasco
al tibio sol del monte se acurruca.
Abajo, el Bidasoa va y se pierde
en la mar; un peñasco
recoge de sus olas el gemido,
que pasan, tal las hojas rumorosas,
tal vosotros, oscuros
hijos sumisos del hogar henchido
de silenciosa tradición. Las fosas
que a vuestros huesos, puros,
blancos, les dan de última cuna lecho,
fosas que abrió el cañón en sorda guerra,
no escucharán el canto
de la materna lluvia que el helecho
deja caer en vuestra patria tierra
como celeste llanto...
No escucharán la esquila de la vaca
que en la ladera, al pie del caserío,
dobla su cuello al suelo,
ni a lo lejos la voz de la resaca
de la mar que amamanta a vuestro río
y es canto de consuelo.
Fuisteis como corderos, en los ojos
guardando la sonrisa dolorida
—lágrimas del ocaso—,
de vuestras madres —el alma de hinojos—,
¡y en la agonía de la paz la vida
rendisteis al acaso!...
¿Por qué? ¿Por qué? Jamás esta pregunta
terrible torturó vuestra inocencia;
nacisteis... nadie sabe
por qué ni para qué... ara la yunta,
y el campo que ara es toda su conciencia,
y canta y vuela el ave...
¡Orhoit Gutaz! Pedís nuestro recuerdo
y una lección nos dais de mansedumbre;
calle el porqué..., vivamos
como habéis muerto, sin porqué, es lo cuerdo...
los ríos a la mar..., es la costumbre
y con ella pasamos...

1 comentario:

BIBLIOTECA dijo...

El domingo 27 de noviembre de 2011, un grupo de amigos de Jorge Semprún -entre los que se encontraba Eduardo Arroyo- le dedicó una lápida-homenaje en el pequeño pueblo de Biriatou, en la orilla francesa del Bidosoa, que forma una terraza desde la que se ve tierra española. Allí había escrito Semprún que quería ser enterrado, "arrimado a una rústica y agreste iglesia", "lugar fronterizo, patria posible de los apátridas, entre los dos ámbitos a los que pertenezco(...), en la vieja tierra de Euskal Herria". La misma iglesia y el mismo cementerio que en 1925 inspiró el poema de Unamuno, desterrado por Primo de Rivera en Fuerteventura, de donde huyó para llegar a Hendaya, en el País Vasco francés, y donde permaneció cinco años hasta 1930.