Charles Baudelaire (9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867)
EL PUENTE QUE
SE EXTIENDE DE UNA EDAD A OTRA
EL puente
que se extiende
de una edad
a otra edad, por donde pasa el tiempo
sin ver, por
donde pasamos
hora a hora,
tantos años
ya, tantos
siglos, está ahí, seguro de sus viejos
maderos,
arco único.
Sin embargo, ¿quién
se atreve
a cruzarlo,
aunque la claridad
esté al otro
lado, y rodeada por un alto muro
la casa se
ilumine?
Florece la rosa de
piedra
en el
zaguán, y, entre el espino resplandeciente,
sus símbolos
nos traen
el rumor de
la lluvia,
lo que no
sabemos dónde se ocultará, el miedo
del ángel
que duerme
en nuestra
cabeza y se niega a posesionarse
de la
habitación.
Viajeros
trashumantes, mitos
por ferias
nocturnas o errantes mercados,
dispuestos
estamos a conceder
la venta de
nuestro dominio.
Firmada la ley,
lebrel
en su
fundación desconocida, vamos
inscribiendo
nuestro nombre en el pergamino
de su
magisterio.
Seremos los
centinelas del fuerte,
donde llora
la víctima, y el rey,
desde la
cama, mientras se enfría el desayuno,
dicta la
orden de lo oscuro
entre la
seda de las colchas y los ojos que miran
cómo se
configura el pánico
de su
diabólico anillo.
No volveremos más.
El ocio
que promulga
el edicto nos salvará
de la ira, y
entre las velas, conocida la verdad,
murciélagos decapitados,
vagaremos
por el
carnaval del insomnio.
MANUEL
ÁLVAREZ ORTEGA (Córdoba, 1922- Madrid, 2014)
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