miércoles, 16 de noviembre de 2016

Ángeles Mora





Amarrado al duro banco

                                                        A Errol Flynn


Siempre supimos
que la traición fue un arma de dos filos
o
que la muerte deja por los labios
viejo alfanje de Orán, oh cimitarra,
huellas de cianuro en cada puerto.


Aún así
no despejes la incógnita del día
déjala navegar...
y aunque la risa
sea tantas veces trágica
mente incierta
no dudes inventarla
cada hora a lo lejos:
la sucia mar de invierno
amarrada a aquel banco.


Más vale confundir y ser malditos
remeros de galeras
pues frente a la bajeza sonríe cada tarde
y el látigo del cómitre no olvida
repetir nuestra historia...
Más vale deslizarse a la deriva
saludar a la luna si te aburres
y regalar tu asco en la taberna.


Ser duro o ser esclavo
aun con ramas de espliego-


De todos modos, digo, no te excuses jamás.
Provoca galeotes, eso resulta claro
como una sobredosis de la vida.


A veces sólo queda huir hacia adelante
como lucha un corsario, atroz, en la bajura...



ÁNGELES MORA (Rute, 1952). De "Pensando que el camino iba derecho" (1985).

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Miguel Hernández



Nanas de la cebolla


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
 

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
 

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
 

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
 

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
 

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
 

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942). De Cancionero y romancero de ausencias (1958). 

viernes, 4 de noviembre de 2016

Biblioteca Eduardo García


El IES Blas Infante homenajeó el pasado jueves día 27 de octubre al profesor y poeta desaparecido Eduardo García. Seis meses después de su muerte, la Comunidad educativa del Instituto, el profesorado, el alumnado y el personal no docente le ofrecieron un acto sencillo y, a la vez, emotivo, en el que vibraron las palabras y resonaron los ecos del profesor desaparecido. En el acto, la alumna Noelia Canovaca leyó unas bellas palabras de recuerdo, que bien pudieran ser pronunciadas por cualquiera de nosotros:

Para Eduardo

''Aquí nos encontramos todos los que apreciábamos a Eduardo, mudos porque las palabras se fueron cuando él se marchó, pero fuertes porque él lo querría así. Y yo, hablando desde la inexperiencia, pues tan sólo fui una alumna suya, me atrevo a decir que este hombre, este gran poeta, Eduardo García, ha significado mucho en mi vida.

En lo personal, me ayudaba a escribir. Eduardo sabía lo mucho que me interesaba la escritura y siempre me aportaba nuevas ideas para mejorarla. Me decía: "Noelia, para un buen libro lo suyo es no cargarlo demasiado, ni exagerarlo; pierde el realismo. Lo mejor es que el lector imagine." Un día, después de clase, en las escaleras me preguntó "¿Sabes por qué un libro es mejor que una película?" A lo que me quedé callada y enseguida se contestó: "Porque la película tiene las mismas imágenes para todos los espectadores; sin embargo, en un libro cada lector proyecta una escena única y diferente en su cabeza."

Siempre he tomado sus palabras como una oportunidad para avanzar. Como escritor lo calificaría como un indomable, cuando se rebelaba en sus poemas y dejaba fluir toda esa belleza que poseía en su interior en forma de versos.

Ahora, todos estamos aquí reunidos, porque hemos formado parte de su historia, unos más que otros. Sinceramente, esto ha sido una espina, y nos acompañará a lo largo de nuestra vida. Desde luego para mí lo es. Todavía tengo la esperanza de encontrarle por los pasillos del instituto. 
Pero escuchad, a pesar de todo, ya nada se puede hacer, excepto pensarle. Imaginarnos a Eduardo haciendo lo que más le gustaba, feliz. En parte él aún sigue aquí, pues un trocito de él yace en cada uno de nuestros corazones.''
NOELIA CANOVACA
2º Bachillerato C

Al terminar el acto, su viuda y amigos, inauguraron la Biblioteca del Centro, ofrecida ahora a la figura del poeta, profesor de Filosofía y compañero Eduardo García, vinculado para siempre con el instituto Blas Infante, donde enseñó en sus últimos años de vida.

Biografía sucinta

Eduardo García Pérez nació en Sao Paulo en 1965, hijo de padres madrileños que emigraron a Brasil. Cuando tenía siete años, la familia volvió a España y ya solo regresó a Brasil de tarde en tarde. En Madrid estudió Eduardo García la EGB y el bachillerato. En su Universidad Complutense cursó la carrera de Filosofía, especialidad en Estética. En 1991 superó las pruebas de profesor en Andalucía y obtuvo plaza en un instituto cordobés. Aquí conocería a quien fuera su esposa, Rafaela Valenzuela, y el amor ya no lo separó de esta ciudad. Enseñó durante muchos años en el IES Averroes. En 2010 recaló en el IES Blas Infante. Enseñó, escribió y amó como lo hizo siempre en su vida. Pero en septiembre de 2015 un dolor le atravesó el alma. Con su cara de ángel bueno soportó la enfermedad con estoicismo. Mejor, con displicencia. En abril, la enfermedad lo venció, pero no se llevó sus palabras, que resuenan en sus libros, ni sus poemas, que golpean el pecho de sus lectores, ni sus recuerdos, ni sus amigos. La biblioteca del Instituto llevará desde ese día su nombre.